Blanca Manchón (06-03-1987, Sevilla), campeona del mundo y de Europa de windsurf, reconoce que ha cambiado su forma de afrontar el deporte desde que es madre. En Tokio, disputará sus segundos Juegos Olímpicos.
Fuiste la primera deportista del equipo olímpico de vela en asegurarse la plaza para Tokio. Sin embargo, los Juegos tuvieron que posponerse. ¿Cómo viviste el aplazamiento?
Me clasifiqué la primera porque quería tener tiempo para organizarme y le pedí a la Federación que, por favor, me pusiera las regatas de selección para clasificarme lo antes posible porque también soy madre y no es lo mismo preparar con tiempo la logística para unos Juegos Olímpicos que hacerla en el último minuto o tener que esperar hasta el último momento para estar clasificada y ya organizar, o no organizar, tu vida.
¿Qué diferencia hay entre la Blanca Manchón que en Atenas 2004 comenzaba a dar sus primeros pasos en la vela de élite y la Blanca Manchón que ya cuenta con títulos mundiales y europeos?
En Atenas, fui simplemente a disfrutar porque, siendo tan joven, el regalo ya era estar allí. Ahora voy con toda la experiencia del mundo en competir, con el saber valorar el estar en unos Juegos, con la emoción que eso supone y con la rabia de conseguir medalla.

¿Qué recuerdo tienes de tu primer experiencia olímpica?
Fue como estar dentro de un videojuego, ya que participé con 17 años recién cumplidos, por lo que era muy pequeñita. De hecho, fui la representante de vela más pequeña que ha ido a unos Juegos. Para mí fue una experiencia inolvidable. Fueron también los únicos Juegos Olímpicos en los que todas las sedes estaban juntas, por lo que me podía mover en bicicleta de la sede de gimnasia a la de baloncesto, ir a mi propia sede… Me lo pasé increíble. Además, los resultados también me fueron muy bien. Fui octava y saqué un diploma olímpico y lo recuerdo como algo inolvidable.
Durante el confinamiento vimos que entrenabas en la piscina de casa, pero desde el mes de mayo ya te entrenas con normalidad. ¿Cómo fue el reencuentro con el mar y las olas?
Durante el confinamiento, y con la incertidumbre de si se iban a celebrar los Juegos o no, tenía que hacer horas encima de la tabla y me dediqué a meter la tabla en la piscina. Una vez que se aplazaron los Juegos, ya fue diferente y empecé a hacer sólo entrenamiento físico. Cuando nos dieron la libertad de poder entrenar en el agua otra vez, las sensaciones fueron maravillosas, se sentía todo mucho más, había mucho silencio… Era una sensación muy rara, ya que no había nadie. No había barcos, no había lanchas, no había nadie en el club y fue algo un poco espiritual. La verdad es que se aprecian bastante las cosas cuando te las quitan durante un tiempo. Fue un momento mágico y de disfrute total más que de entrenar.
En 2017 te proclamaste campeona del mundo de windsurf por sexta vez y sólo siete meses después de haber sido madre. ¿Cómo compaginas la maternidad con el deporte de alto rendimiento?
Compaginar la maternidad con el deporte profesional es bastante difícil. Creo que todavía nos queda un pasito más para que todo pueda fluir y nosotras podamos tener nuestra cabeza 100% enfocada en nuestro trabajo, en nuestra disciplina, en nuestro deporte, sin tener que hacer un Tetris total con tu familia, ya que, generalmente, se viaja mucho. En mi caso, es un deporte muy caro que me costea la Federación y, gracias a mis resultados, tengo las becas ADO que me ayudan y puedo llevarlo todo para adelante. Pero, a mí nivel, la logística de competir en una punta del mundo y luego en otra, con un niño pequeño es difícil, pero poco a poco se van creando ayudas y formas de entrenar que ayudan a las madres que son deportistas profesionales y que se están preparando para ir a unos Juegos Olímpicos.
Cuando anunciaste que ibas a ser madre perdiste todos tus patrocinadores. ¿Cómo viviste esa época y en qué punto te encuentras actualmente?
Cuando anuncié que iba a ser madre para mí era un año de transición. Tenía claro que quería hacer eso, pero mis patrocinadores ese año no me renovaron. En España, parece que, si una deportista se queda embarazada, es una deportista que está acabando su carrera, que está un poco acabada. Se ha demostrado que hay madres con medallas olímpicas y que volvemos, incluso, más fuertes. Personalmente, pienso que la imagen de que una madre vaya a unos Juegos Olímpicos es súper potente porque demuestra muchísimos valores. Esas marcas no quisieron formar parte de mi futuro y gracias a Dios han venido otras.

¿Qué le aconsejarías a una deportista que quiere ser madre y que quiere continuar con su carrera deportiva tras dar a luz?
Que se olvide de todo, que ponga su mayor fuerza de voluntad, su constancia y que, sobre todo, no se deje influenciar por otras personas que le digan qué es lo mejor para ella. Simplemente, que se organicen, que confíen en lo que han planificado, que confíen en lo que le va mejor a ellas y que luchen con eso hasta el final, porque eso es lo que te hace estar tranquila, dar tu 100% y sentirte orgullosa de lo que has conseguido.
¿Cuándo comenzaste a practicar windsurf y qué te llevo a decantarte por esta disciplina?
Toda mi familia hacía windsurf y, aunque cuando era pequeña también practiqué gimnasia deportiva en el colegio y balonmano, al final, en mi casa lo que hacíamos todos los fines de semana era windsurf. Fui heredando las cosas de mi hermano hasta que, poco a poco, fui metiéndome en los equipos nacionales, internacionales y hasta aquí hemos llegado.
¿Cuál es el sueño de Blanca Manchón?
Mi sueño es conseguir lo único que no he cumplido en mi carrera deportiva que es esa medalla en unos Juegos Olímpicos. Está siendo un año bastante complicado y siempre pienso que todo pasa por algo, así que creo que los Juegos Olímpicos de Tokio van a ser unos Juegos muy especiales, muy emocionales, muy diferentes y, al final, pues quizás consiga mi medalla soñada. Si es así, será un momento muy especial, así que voy a luchar por ello y ya veremos si consigo o no mi sueño.
